La educación prohibida (2012)




    Cuando vi por primera vez La educación prohibida, quedé muy impactado. Era el 2012 y tendría por entonces 14 años. Curiosa y tierna edad. Pienso en el poema de Jaime Gil de Biedma: 


Que la vida iba en serio

uno lo empieza a comprender más tarde

–como todos los jóvenes yo vine 

a llevarme la vida por delante


Dejar huella quería

y marcharme entre aplausos

–envejecer, morir, eran tan solo

las dimensiones del teatro. 


Pero ha pasado el tiempo

y la verdad desagradable asoma: 

envejecer, morir,

es el único argumento de la obra. 


También los versos de Rubén Darío: 


Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!


¡Qué amables épocas! Ilusiones, idealismos, utopías, rebeldías... Son tiempos de querer llevarnos la vida por delante. Y son tiempos, también, en los que nos planteamos cuestionarnos la autoridad, pensando que, a lo mejor, tenemos una mejor respuesta para interrogantes eternos. 

    En ese tiempo, la autoridad que se me antojaba más sugestiva para reventar no era otra que la académica. ¡Qué gusto poder decirle a mis profesores de turno que su modelo va en mala dirección! Ahí aparece La educación prohibida para darme buenos argumentos. 

    El filme viene a presentar sendas alternativas educativas. Esas que innovan, que, con mucha creatividad, se proponen dar un paso al frente en la educación y subvertir algunos esquemas, si no todos. 

    En su momento, compartía todo lo expuesto. Hoy, que sigo siendo joven y el espíritu crítico no se me ha ido del todo, sí que procuro desmarcarme un poco de tanto sentimentalismo (que no del todo, porque sigue siendo una virtud la sensibilidad) y pensar las cosas con un poco más de sensatez y templanza (virtudes, también). 

    Hay algunos presupuestos que no logro compartir del documental. En primer lugar, no creo cierta la afirmación de que el sistema educativo actual, nacido en la Ilustración, no haya cambiado nada desde que se creó. Ha cambiado, sus sujetos han cambiado (la inclusión de hombres y mujeres en un aula, por ejemplo), sus modos han cambiado (la relación profesor-alumno es otra hoy por hoy), los mismos currículums y los materiales de clase. Lo mismo, tampoco comparto el que se diga que las alternativas educativas están prohibidas. Por lo menos no ahora. Bien puedo entender, eso sí, que su mismo carácter alternativo, en muchos casos el carácter alternativo lo es a tal punto que no puedan adecuarse a los mecanismos estatales de evaluación (la EBAU, por ejemplo). Pero la palabra "prohibir" tiene unas connotaciones institucionales mucho más fuertes. 

    Hay, sin embargo, otros presupuestos que sí que puedo entender y compartir. Me refiero a la posibilidad general de una alternativa educativa. En efecto, yo mismo encuentro muchos vacíos en el plano educativo. Y me resulta, ante todo, muy sugerente la idea de que los mismos pedagogos sean los encargados de formar el sistema educativo mismo. En general entiendo que este afán ilustrado por la autonomía, haya llegado a la educación y se piense como un fin en sí misma y no un medio para algo más. Eso es de admirar de todos estos planteamientos divergentes, que transforman el aula. 

    Eso sí, no sé yo si termino de entender cada uno de los modelos que el documental expone. Pero a lo mejor me falta profundizar en ellos. Y ciertamente, sus iniciativas pueden enriquecer mi trabajo educativo en un futuro. Sin embargo sí que hallo algunos valores que me resultan importantes a la hora de educar: en primer lugar, entender que en la educación se quieren transmitir unas tradiciones humanas, entendidas como disciplinas que llevan una carga de dedicación de miles de años, vistas desde un pensamiento crítico, que no criticón. En segundo lugar, que en la educación se trata de hacer que el alumno descubra desde sus mismas cualidades y facultades humanas, el amor por el conocimiento. En tercer lugar, que la autoridad del profesor en tanto guía de este proceso debe mantenerse, eso sí, desde relaciones sanas y respetuosas, guiadas por un verdadero amor, y no por afanes ególatras de poder. El maestro, en últimas, debe ser un asceta en este sentido. En cuarto lugar, que la memoria es importante. Decía Aristóteles que la memoria es muy necesaria para cualquier argumento, en tanto que la lógica misma necesita una carga de memoria que lleve de las premisas a la conclusión la razonabilidad. Perder el valor de la memoria y de ejercitarla sería un grave error. En quinto, que aburrirse no debe ser un problema. Hay que educar para la vida y a veces lo aburrido, lo tranquilo, puede ser la residencia de las mejores cosas en la vida y hacer una tregua con el aburrimiento, la clave de la felicidad. Que el alumno se aburra no debe ser un problema. 


    Eso sí, me gustaría que hubiera un ambiente en el aula que permitieran al alumno ser tan crítico como fui yo y ser tan curioso como fui yo. Repito, pues, con el poeta: 

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!



Comentarios

  1. Hola guapísimo de ojos verdosos jaja, decirte que me encantó tu presentación aunque no tanto como tu actuación en la clase de filosofía. Me das cierta curiosidad, quiero conocer más de ti y no creas que, aunque me cueste, veré el documental del que me hablas.
    Un besito compi.

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  2. ¡¡Hola David!! Un blog original y creativo donde la filosofía y experiencias son protagonistas. ¡¡Enhorabuena!! Deseando leer más entradas:)

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