Educación: definición y fines

A mi modo de ver, la educación tiene una definición muy simple: hacer emerger de dentro del alumno aquello que lo hace humano. Se trata de un proceso de personalización. Dejar salir a la persona que alberga el alumno en su corazón. 

No se trata, pues, simplemente de dar una serie de contenidos. Sino de que el alumno entienda el sentido de esos contenidos. La pregunta que responde es "¿cómo es que estas tradiciones del saber han llegado hasta mí?" De este modo descubre que vienen de una serie de asombros y de inquietudes que el ser humano puede plantearse. Se encuentra, pues, con que el hombre tiene una serie de facultades y de disposiciones que le permiten encontrarse con aporías, diatribas, intuiciones, por las que puede formular racional y lógicamente un saber. 

Ahora bien, no se trata del mero saber. Es, por supuesto, una cuestión básica para la sociedad. Se trata de saber articular ese saber, interiorizarlo, reflexionarlo. Ese es el verdadero valor crítico, tan manido. Aprender a saber. De este modo, evitaremos la debacle del pensamiento que se llama Twitter: 280 caracteres que condensan un argumento, muchas veces copiados de otros argumentos, de influencers (entre los cuales también los políticos). Ni hablar de la polarización que esto conlleva: una serie de consignas se repiten, perdón, se retwittean, sin mayor reflexión ni análisis. Se pierde el sentido crítico. 

En ese orden de ideas, la lectura es importante. La lectura no puede desplazarse. Y la lectura real. Esa que trasciende las diez páginas. De este modo, se educa para seguir un argumento. Se educa para saber que no todo puede ser entusiasmo y efusividad, sino que hay momentos en los que el sentimiento se aplaca e incluso se aburre. Y que muchas cosas buenas pueden salir de ese término contemplativo. 

Ya para terminar, muy importante es que la escuela sea lugar de intercambio de la diversidad. Ya he dicho anteriormente que la escuela es un lugar de sensibilidad. Es un lugar para intercambiar sensibilidades con lo diferente. En una época en que la diferencia se condena desde todos los espectros, el poder compartir con ella, resulta importante.