El buen tutor

Un buen tutor, a mi modo de ver, debe ser una persona abierta. Su personalidad debe estar encaminada hacia los demás. Una persona que sepa no ponerse en el centro, sino que sepa poner en el centro al otro. Una persona carismática, sincera, detallista. Que tenga don de gentes y disposición a ayudar.
 

Del mismo modo, creo que un profesor, que también es tutor, debe tener las siguientes competencias, para poder desarrollar bien su labor:

Empatía: que sepa escuchar a su alumno o alumna, sin redirigir lo que le dicen a sí mismo, sino comprendiendo realmente la situación del otro. Nada de "pues yo..." o "pues a mí..." o "pues a mí me pasó que...". 

Escucha: un profesor debe saber escuchar, hacer silencio para dejar hablar. 

Humildad: que sepa ser humilde como para saber cuándo puede ayudar y cuándo no y que no es un salvador, sino un simple acompañante. 

Espíritu de ayuda: que esté dispuesto a involucrarse con los alumnos, con las familias y con el centro, poniendo el énfasis en su labor orientadora.

Tolerancia: que sepa aceptar las diferencias. 

Respeto: que sepa a todas y cada una de las personas dignas de todo lo humano.

Paciencia: que no se apresure y que respete los tiempos de los demás. 

Estas son mis reflexiones. 

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