¿Éxito educativo en Castilla y León?
Las pruebas PISA arrojaron un resultado que a muchos puede desconcertar: su puntuación está a la altura de países de referencia como Finlandia, Corea del Sur o Singapur. Es más, se expone Castilla y León al mundo para que se siga como un modelo.
Mucho pesimismo inunda España con respecto a su educación. Frente a otras naciones como Alemania, el Reino Unido o Francia, parece que solo queda agachar la cabeza. Pero Castilla y León ahora aparece en el mapa como un referente. ¿Por qué pasa esto?
Antes que nada, viene bien entender qué son las pruebas PISA. Se trata de una de esas pruebas cuantitativas y masivas que mucho abundan en esta sociedad de la información. Con la pandemia lo vimos: nos hemos hecho adictos a las cifras, a poder medir las cosas de un modo milimétrico y matemático. "Si he estado expuesto a la COVID, ¿cuánto tiempo debo esperar para saber si lo tengo?", "si tengo la COVID, ¿en cuánto tiempo puedo volver a salir de casa?", eran el tipo de respuestas puntuales que queríamos tener. Era casi una forma de convencernos (infructuosamente, eso sí) de que tenemos la sartén por el mango y que la situación es controlable. Y ni hablar de la tan, a mi modo de ver, aberrante costumbre de alegrarnos porque hoy murieron cien personas menos que ayer a causa del virus. Las pruebas PISA, guardando las evidentes distancias, tiene un cariz similar. Se trata de una serie de pruebas de la OCDE con las que quieren medir los resultados de los alumnos de muchos países.
No quiero entrar en detalles de lo que son las pruebas, porque lo desconozco. Sé que vienen de la mano de unas pruebas estandarizadas. Esto supone un peligro. La educación en muchos contextos va a tender a buscar el mejor resultado, muchas veces ignorando asuntos importantes. Si confundimos el fin de la educación de una formación integral del individuo para que surja como persona en el mundo con la superación de una prueba estandarizada, estamos errando en el blanco rotundamente. Y a lo mejor viene a cuento lo que advirtió Jacques Maritain en su tiempo: que al final nos vamos a enamorar más del perfeccionamiento de los medios que disponemos para educar a nuestros jóvenes, que del fin mismo de la educación.
En todo caso, parto del principio de buena fe y sé que la OCDE no quiere sino mostrar a los diferentes gobiernos el rendimiento, nada más. Y pueden ser un buen aliciente para una reflexión sosegada sobre las causas del fracaso o del éxito. Cuestión muy necesaria esta última.Ahora bien, ¿cuáles son las razones del éxito? Lo veo en un par de cosas:
- Castilla y León no ha descuidado su campo. Mientras otras comunidades y otros países se enfocan en mejorar la educación en los núcleos urbanos poblados, en Castilla y León las provincias, las ciudades secundarias y los pueblos tienen una atención particular que no los deja atrás.
- El acuerdo educativo se ha mantenido. No ha obedecido a los vaivenes políticos y el sector educativo ha mantenido cierta concordia a través del tiempo. No hay una ley con cada cambio de gobierno, sino que se ha buscado una política conjunta.
Eso sí, preferiría un sistema educativo que diera más cabida a la autonomía de cada centro y menos políticas centralizadas. Superemos ya ese afán ilustrado de crear el absolutismo educativo, por el que el Estado dicte las normas de cómo educar y en qué educar. Pero para llegar a esos rumbos, hace falta un trecho. Por lo pronto, esto es lo que hay, y parece exitoso.
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