Pulso al fracaso: una iniciativa que inspira

A lo mejor por mi propia sensibilidad cristiana, siempre he pensado que donde se encuentra la verdadera sabiduría es en los últimos. En esa medida, pensar en los últimos que atiende la Fundación Tomillo me ha inspirado mucho. El artículo 91.1 de la LOMLOE, en su apartado e, dice que una de las funciones del profesor es "la atención al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del alumnado". La Fundación Tomillo le da un significado mucho más profundo a lo que la fría ley nos enseña. 

La Fundación Tomillo es una de esas muchas organizaciones que nos muestran que los seres humanos no somos mero cálculo, sino que en nuestros corazones se mueve algo más. Una disposición hacia los demás, hacia el otro, hacia el servicio. En definitiva, una disposición al amor. Su labor es simple: acoger a aquellas víctimas del fracaso escolar y darles una nueva oportunidad. Escuelas como estas son, así, llamadas "escuelas de segunda oportunidad".

Es ver a un grupo de jóvenes excluidos. Personas a quienes muchas veces miraron mal, que incluso les dieron una nota de fracaso y dijeron "no sirves para educarte". Decir eso en tiempos de imperialismo escolar, es como decir que toda su vida "ya no sirve".  Su carrera ha quedado truncado y muchas veces son vistos con vergüenza. Pero un grupo de educadores se ha organizado para mirar a los ojos a las personas que hay detrás de estos estigmas para decirles "puedes" y "tienes futuro". 

¿Hay mayor ejemplo de atención "al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del alumnado"? Y lo pongo entre comillas, porque me resulta un tanto llamativo que se abarque en un solo apartado una gama tan amplia de cuestiones tan humanas. Es como decir que en un apartado cabe toda la condición humana. ¡Pues no! Y claramente vemos en el documental sobre la Fundación Tomillo que hay quienes se toman en serio toda esta dimensión. 

Trabajar con aquellos que han sido marginados, mirarles a los ojos y decirles "importas" es ya condensar en una sola acción todo lo que este inerte apartado nos pide. Es llenar de calor lo frío. Y, sobre todo, entender que es una mirada que debe sostenerse con el tiempo, porque es un reto. "Amar lo amable no es amor", decía Dulce María Loynaz en un post anterior. Del mismo modo, nuestros educadores de la Fundación Tomillo son capaces de comprometer su labor a la dificultad de personas difíciles. Trasfondos dolorosos, heridas profundas, abandonos, desatenciones, han llevado a sus alumnos allí. Y esas heridas hablan de muchas maneras: faltas de respeto, de conducta, despistes, etc. Pero eso no es lo que vale, lo que vale es seguir allí, con la mano extendida. 

Me encantó su visión de la educación: no les importa tanto dar un temario y cumplir con un cronograma de contenidos. Les importa formar integralmente a un alumno difícil, a un alumno marginado, darle la dignidad de educado. Eso es ser un educador. 



Comentarios

Entradas populares